Los días sin nombre

Tras recibir la devastadora noticia del suicidio de Ricardo, su mejor amigo, Jaime se ve arrastrado por una corriente que le hace cuestionarse tanto la identidad de su amigo como la suya propia, lo que le provoca la epifanía con la que inicia su relato: «Nunca conocemos del todo a nadie, ni iquiera a nosotros mismos», en claro desafío o rechazo del precepto socrático Gnóthi seautón («conócete a ti mismo»).

Jaime se enfrentará a la historia de Ricardo, escrita de su puño y letra, en la que su amigo narra lo acontecido durante los años que vivió en la localidad inglesa de Norwich. Al tiempo, rutina y mentira van desvelándose como los ejes vertebradores de la existencia del narrador, que, sin quererlo, se convierte en un detective heterodoxo y amateur.

El desmoronamiento de su matrimonio, las tragedias ocultas del pasado y los amores persistentes y frustrados van formando una madeja que el narrador tendrá que desenredar para comprender el inesperado desenlace de la vida de Riki.